miércoles, 19 de octubre de 2016

Valeria Román Marroquín





cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. 

post adolescencia, comencé a perder pelo por la histeria
dejé a un lado las cosas de niño cuando 

leí a Freud por primera vez y no lo entendí 
tuve el número necesario de dudas

post histeria
adopté la migraña y el anticonceptivo

hice las preguntas correspondientes:
no recibí respuesta alguna. post coito 

leí a Kierkegaard por primera vez y no lo entendí muy bien:

qué desgracia ser mujer / une femme / a woman
a wo-man
y eso que la peor desgracia cuando se es mujer / une femme / a woman
a wound-man
es, en el fondo, no comprender que lo es
post coito olvidé la fe

asumí mi condición de objeto dentro del continuo materia-espacio-tiempo: 

desde electrones / átomos / moléculas de hemoglobina / cola de cometa / protones / campo eléctrico / hígado / hipotálamo / membrana / celular / transistor  / anillo de saturno / gota de lluvia / zanahoria / río amazonas / páncreas / pluma / desierto / nube / cactus / flor / una mujer es 
como 
una 
flor 
a rose is a rose is a rose is a woman (a wound-man) una mujer es como una flor 
como una flor
como una flor
como una flor
asumí 
mi condición

frente al espejo, une femme

y no lo entendí muy bien, casi en lo absoluto













sin masturbación, muy lejos del capitalismo / muy lejos de la dialéctica y la jurisdicción, el hombre racional se increpa: ¿qué clase de animal somos?

all animals are equal (god loves his children, yeah!) but some animals are more equal than others

del Sus scrofa domestica al Homo Sapiens y viceversa ¿cuántos kilómetros hay entre nosotros?

del Homo Sapiens al Sus scrofa doméstica y viceversa ¿cuánta es la distancia que hemos recorrido?

con paciencia espero. cada cuatro horas
especto el cambio de guardia, cada cinco minutos                          una respuesta
escucho un cerdo morir. el resto del tiempo 

las cifras son reactualizadas: 
diez mil muertos
tres mil heridos
dieciséis grados centígrados
martes

¿por qué?

aquí: los límites del dolor. 

¿qué hacer?

el resto del tiempo calculo mis posibilidades.

frente al contacto con mis pares, mi plato de asado frente a la paternidad la economía post guerra frente al hombre post guerra y su sexo, el post hombre y sus cárceles y sus leyes y sus latas de conserva circa 2000 algo

entiendo que esto es parte de la extraordinaria belleza del Sapiens sapiens: si perteneciera a otra especie, no sería posible

sobre las trincheras
y los marranos en recesión 

no sería posible












post adolescencia, comencé a perder la cabeza por los tiempos modernos

post coito, adopté la redención
acepté las posibilidades de rehabilitación. en los quirófanos
aprendí a suprimir el silencio. en los hospitales
dormí toda mi juventud. en los hospitales
recé toda mi juventud. al ir creciendo

encontré satisfacción. en el estudio de la anatomía humana

encontré satisfacción. sí, lo reconozco recuperé la fe
y me conmueve. la sanidad física
no es una prioridad: la acción del otro
me conmueve. el contacto visual
como un acto de violencia. la fragilidad
como un arma. el estrabismo y la histeria

como parte de un plan divino.
ahora entiendo,

detrás de la deformidad hay un diseño complejo. detrás del dolor hay un diseñador inteligente.

lo acepto y me conmueve. con convicción
partí al sur.





Valeria Román Marroquín (Perú, 1999). Entusiasta del queso helado y de Wittgenstein. Estudia Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es miembro del colectivo sanmarquino Poesía Sub25. Ha sido publicada en distintos medios virtuales y espera sacar su primer poemario este año. 

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