Status
Satisfecho de acceder a
los dones de
la educación superior, un
domicilio
real constituido,
estabilidad
emocional certificada,
higiene
sexual y una dieta
balanceada
en proteínas e hidratos
de carbono,
y como quien ha logrado constituir
un complejo dispositivo
de usos y
costumbres para regular
su actividad
semanal, te toca, rancio,
otro domingo
con olor encierro, para,
harto de
zapping, dejar en
silencio algún
canal codificado,
abandonándote a
las radiaciones
televisivas, suave
interferencia en las
ondas cerebrales.
Si pudiéramos realizar un
corte
longitudinal de tu
pensamiento
en este momento ni la
mejor junta
médica podría determinar
más que
la métrica del embole
circulando
como un cero vacío por el
vacío
de tu cavidad craneana.
Tras,
envases multiplicándose
en
el bajo-mesada, sabiendo
la
cerveza fermentar toda
fuerza
de voluntad dentro de un
sistema
digestivo capaz hasta de
desentrañar la energía de
la
luz sedimentada en los
tejidos
vegetales.
Si quedara, al menos,
un poder, mínimo, de
decisión
para tomar una vez la
iniciativa
de levantarse, poner al
mango
la radio: vibraciones
musicales
penetrando la corteza
cerebral
sin intermediación auditiva:
sentirse así de
inimputable como
el cantante de una banda
de rock
cuando triunfa como
solista.
Movilidad propia
Bajo presión se eriza el
aire
en arco voltaico de
tormenta.
Remiseros disputan
presuntas
irregularidades en la
grilla
de partida. Bajás la
persiana.
Allá ellos, quedás
regulando.
Porque al dejar las
llaves
del auto sobre
la mesita ratona, con
ese solo acto te
sentís liberado de
la presión de
tener que
estar pendiente de
cada mínima infracción
co-
metida o por
cometerse para
contar con
una excusa para
rajarlos a
puteadas, de
modo de
estar cubierto ante
el riesgo de
incumplir ese
interno código de
faltas regido por
la lógica de
seguro contra
terceros que
llevás como
única forma de
conciencia y
podés seguir
manejándote
tranquilo, sin
dudar, sin
pensar, con
la seguridad que da
llevar los papeles
en regla, no haber
recibido multa en los
veinticuatro últimos
meses.
Besaba todo el día y no tenía tema de conversación
¿Qué necesidad esa,
tantas ganas, de contacto
verbal? ¿no consiste,
como pretenden, el tacto como
un acto de comunicación,
comunión, un código
interno el cuerpo, la
piel-alfabeto apropiándose,
asignándole a cada gesto?
“tema de conversación”,
lo retornable, “no
tenía”, como que resultáramos
simplemente procesadores
de textos, si el silencio,
“besaba”, no abriera, de
aire un canal “todo el día”,
a cualquier posibilidad,
más que dual, “de
conversación”, de estar
ahí pero sin mediar
palabra ni contraseña y
no se pudiera ser en
un sitio sino a través de
lo enunciado, “tema de”,
o transmutándolo en,
codificándolo, un espacio
intertextual,
piel-alfabeto, sobreentendiendo que
repugnamos, aunque
habitable, lo vacuo por in-
significante. “Besaba”,
por eso, o “no tenía”
y entonces donde lenguas.
Para qué, “todo el día”,
habilitar ese saldo de
mensajes entre, de por medio,
entre nos, un
intercambiar símbolos al interior
de una cadena de
negaciones y negociaciones,
sin mayor sentido que
constatar del otro la
presencia al otro
extremo, encubriendo una
radiación o ruido de
fondo, agujero por donde
lo innombrable se filtre,
lo no otro, lo mismo.
El desarme
O sea, por poner, ponele
que
al filo medianoche en
junio, cuando
el himno nacional sonara
ó sona-
se en la radio, portátil,
del sereno,
la Chacarita al fondo,
con cuchilla
de corte americano, bien
cortadas
se las cortaran ó
cortasen al
primer trabajador/ que se
cumpliera
ó cumpliese el mandato de
tal época
de transición, al cabo,
como todas/
la ideología del fin de,
abriendo una fisura,
quizás un
quiebre epistemológico/
sin miembros,
supiese erigir una
medianera
entre la clase obrera y
su partido/
cortar-pegar: así nos
des-armaran,
-armasen para el golpe,
preparándonos/
por eso, que cortado se
las hubie-
ran ó hubiesen durante el
mes de junio,
en el día mundial de la
gambeta
le hubiesen o tal vez se
las hubieran
de todos los tiempistas
al más zurdo
calculando así el corte
carnicero
cartesiano, que al diez,
se las hubiesen,
hubieran, las, cortado
así, con clase,
sin dejar una línea de
corte,
sin dejar cicatriz
visible pese
a que lo trasmitieran en
directo
por todos los canales,
todo en vivo,
ya no al sereno amparo de
la media-
noche, sino delante de
las cámaras,
sin anestesia, cuando aún
resona-
ra del partido, el himno
ó resonase.
Martín
Moureu nació el 23 de diciembre de 1981 en Ayacucho (Buenos Aires), donde
reside. En 2011 salieron dos pequeñas ediciones artesanales de su primer libro
"SinTácticas", una por Cacto ediciones en México y la otra por Ananga
Ranga en Corrientes. Fue finalista del Concurso Internacional de Poesía Lamás
Médula 2013. Participó de la antología "Poesía de hoy y de siempre"
(2014) de Eloísa Cartonera, publicada bajo el título "Emergentes" en
Zaragoza por Cartonerita Niña Bonita. Con “Sin tácticas (II)” obtuvo el Primer
Premio en Poesía en el “Concurso Nacional Bioy Casares 2014“. En 2015 Borde
Perdido Editora, de Córdoba, editó su poemario “Mate c/ Pizza”
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