lunes, 26 de septiembre de 2016

Martín Moureu






Status

Satisfecho de acceder a los dones de
la educación superior, un domicilio
real constituido, estabilidad
emocional certificada, higiene
sexual y una dieta balanceada
en proteínas e hidratos de carbono,
y como quien ha logrado constituir
un complejo dispositivo de usos y
costumbres para regular su actividad
semanal, te toca, rancio, otro domingo
con olor encierro, para, harto de
zapping, dejar en silencio algún
canal codificado, abandonándote a
las radiaciones televisivas, suave
interferencia en las ondas cerebrales.
Si pudiéramos realizar un corte
longitudinal de tu pensamiento
en este momento ni la mejor junta
médica podría determinar más que
la métrica del embole circulando
como un cero vacío por el vacío
de tu cavidad craneana. Tras,
envases multiplicándose en
el bajo-mesada, sabiendo la
cerveza fermentar toda fuerza
de voluntad dentro de un sistema
digestivo capaz hasta de
desentrañar la energía de la
luz sedimentada en los tejidos
vegetales.
                Si quedara, al menos,
un poder, mínimo, de decisión
para tomar una vez la iniciativa
de levantarse, poner al mango
la radio: vibraciones musicales
penetrando la corteza cerebral
sin  intermediación auditiva:
sentirse así de inimputable como
el cantante de una banda de rock
cuando triunfa como solista.



Movilidad propia

Bajo presión se eriza el aire
en arco voltaico de tormenta.
Remiseros disputan presuntas
irregularidades en la grilla
de partida. Bajás la persiana.
Allá ellos, quedás regulando.
Porque al dejar las llaves
del auto sobre
la mesita ratona, con
ese solo acto te
sentís liberado de
la presión de
tener que
estar pendiente de
cada mínima infracción co-
metida o por
cometerse para
contar con
una excusa para
rajarlos a
puteadas, de
modo de
estar cubierto ante
el riesgo de
incumplir ese
interno código de
faltas regido por
la lógica de
seguro contra
terceros que
llevás como
única forma de
conciencia y
podés seguir
manejándote
tranquilo, sin
dudar, sin
pensar, con
la seguridad que da llevar los papeles
en regla, no haber recibido multa en los
veinticuatro últimos meses.



Besaba todo el día y no tenía tema de conversación

¿Qué necesidad esa, tantas ganas, de contacto
verbal? ¿no consiste, como pretenden, el tacto como
un acto de comunicación, comunión, un código
interno el cuerpo, la piel-alfabeto apropiándose,
asignándole a cada gesto? “tema de conversación”,
lo retornable, “no tenía”, como que resultáramos
simplemente procesadores de textos, si el silencio,
“besaba”, no abriera, de aire un canal “todo el día”,
a cualquier posibilidad, más que dual, “de
conversación”, de estar ahí pero sin mediar
palabra ni contraseña y no se pudiera ser en
un sitio sino a través de lo enunciado, “tema de”,
o transmutándolo en, codificándolo, un espacio
intertextual, piel-alfabeto, sobreentendiendo que
repugnamos, aunque habitable, lo vacuo por in-
significante. “Besaba”, por eso, o “no tenía”
y entonces donde lenguas. Para qué, “todo el día”,
habilitar ese saldo de mensajes entre, de por medio,
entre nos, un intercambiar símbolos al interior
de una cadena de negaciones y negociaciones,
sin mayor sentido que constatar del otro la
presencia al otro extremo, encubriendo una
radiación o ruido de fondo, agujero por donde
lo innombrable se filtre, lo no otro, lo mismo.
  



El desarme

O sea, por poner, ponele que
al filo medianoche en junio, cuando
el himno nacional sonara ó sona-
se en la radio, portátil, del sereno,
la Chacarita al fondo, con cuchilla
de corte americano, bien cortadas
se las cortaran ó cortasen al
primer trabajador/ que se cumpliera
ó cumpliese el mandato de tal época
de transición, al cabo, como todas/
la ideología del fin de,
abriendo una fisura, quizás un
quiebre epistemológico/ sin miembros,
supiese erigir una medianera
entre la clase obrera y su partido/
cortar-pegar: así nos des-armaran,
-armasen para el golpe, preparándonos/
por eso, que cortado se las hubie-
ran ó hubiesen durante el mes de junio,
en el día mundial de la gambeta
le hubiesen o tal vez se las hubieran
de todos los tiempistas al más zurdo
calculando así el corte carnicero
cartesiano, que al diez, se las hubiesen,
hubieran, las, cortado así, con clase,
sin dejar una línea de corte,
sin dejar cicatriz visible pese
a que lo trasmitieran en directo
por todos los canales, todo en vivo,
ya no al sereno amparo de la media-
noche, sino delante de las cámaras,
sin anestesia, cuando aún resona-
ra del partido, el himno ó resonase.






Martín Moureu nació el 23 de diciembre de 1981 en Ayacucho (Buenos Aires), donde reside. En 2011 salieron dos pequeñas ediciones artesanales de su primer libro "SinTácticas", una por Cacto ediciones en México y la otra por Ananga Ranga en Corrientes. Fue finalista del Concurso Internacional de Poesía Lamás Médula 2013. Participó de la antología "Poesía de hoy y de siempre" (2014) de Eloísa Cartonera, publicada bajo el título "Emergentes" en Zaragoza por Cartonerita Niña Bonita. Con “Sin tácticas (II)” obtuvo el Primer Premio en Poesía en el “Concurso Nacional Bioy Casares 2014“. En 2015 Borde Perdido Editora, de Córdoba, editó su poemario “Mate c/ Pizza”




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