Las gaviotas lo
saben
la
rompiente
donde
el agua
se
enturbia
y
bosqueja los planes
de
la topografía futura
de la costa
las
gaviotas lo saben
mejor
que nadie
y
un día
mientras
se alimentan
o simplemente mientras miran más allá
con esos ojos de
parcas
como sólo ellas saben hacerlo
levantan
vuelo al unísono
todas juntas
todas
convencidas
todas de
que una vez
que
vuelvan
el lugar
todo el lugar
habrá
cambiado para siempre
la
rompiente
es
silenciosa en su efectividad
por
debajo del estruendo
de
las tumultuosas olas
espectaculares
En el amarillo
del pecho del benteveo
Abro
los ojos algo aparece después
y
los últimos rayos entonces
del
sol del atardecer ahora
restallan
en el amarillo
del pecho
del benteveo
adormilado,
aletargado—como si el mundo
efectivamente se hubiera estirado.
El
pico negro
como
la punta
de
la última rama
de
una rama
del
fresno.
Ráfaga
de excremento
desde
lo alto.
lapso en la tarde [y parte
del origen de otra tentativa
sobre pájaros y árboles; ; ; ; ; ; queda
anotado
—porque poesía también es un diario
—porque pájaros y árboles son
inseparables
—porque poesía es sobre todo
un diario de
esto: lo
que del mundo
El tero
El
tero
que
vuela rasante
sobre el espejo de agua de la laguna
no
debe saberlo
pero
hay
otro
tero
volando
del revés
justo
debajo suyo.
El pato
solitario se zambulle
¿Y si el mundo
terminara
mientras el pato solitario
se zambulle en el agua
oscura de la
laguna
para
ir detrás de un último
bocado
en la tarde?
Mientras
tanto
los juncos beben
arqueados con
las espigas
de sus flores
metidas en el agua.
Tres viejas
palomas
Tres
viejas palomas
se detienen a conversar
en
lo alto
de la chimenea
de una casa;
el campo de altos pastos
y
dientes de león
desperdigados
se agita ante ellas.
Son
tres mentes severas y poderosas
en tres cuerpos capaces de prodigios
y hazañas.
No lejos
el
bosque
canta
—la
traducción
es un intento otro
de hacer hablar
lo que estaba mudo a medias.
Doce diminutas
golondrinas
Doce
diminutas
golondrinas
en
los altos cables
del tendido eléctrico
—misma
altura
de
la que cayó
el viejo de enfrente
hace un mes
y
se mató.
El
vértigo
de la caída
interminable
de
una vida—llegan
otras tres
golondrinas.
Eric
Schierloh (La Plata, 1981) es autor de los libros de poemas Costamarina (Barba de Abejas, 2012), Los cueros (La Bola editora, 2014), Frío en las regiones equinocciales
(Barba de Abejas, 2014), El mamut
(Bajo la luna, 2015), Troglodytes (El
Sueño del Panda, 2017), Variaciones sobre cerrar los ojos
(Editorial Municipal de Rosario, 2017) y Por
el camino de tierra (La Bola editora, 2017), y de las novelas Formas de humo (Beatriz Viterbo, 2006), Kilgore (Bajo la luna, 2010), Donde termina el desierto (Bajo la luna,
2012), El maguey (Club Hem, 2016) y La mera tierra (Bajo la luna, 2017). Es traductor y editor de Barba de Abejas (http://barba-de-abejas.tumblr.com/).
Los poemas seleccionados pertenecen a Cuaderno
de ornitología (Caleta Olivia, 2018).
Muy bueno!!
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