martes, 27 de diciembre de 2016

Damián Lamanna Guiñazú




1
ya no vivo acá
voy soltando el ritmo, las distancias
que tallan la forma de una nueva casa
ya no vivo acá y sin embargo
vuelvo en cada órbita
a llevarme a mis fantasmas
convencerlos del peligro
de ir dispersos entre perros y escaleras
que no sienten, será eso
la vida en mil fragmentos
decir quién soy desde cero
cuando piso un barrio nuevo
sonreírle a todo el mundo, ya no
vivo acá y un caracol emerge
desde el agua, las macetas, con sus voces
soy mi propia casa
la que siempre está pendiente
la que nunca está vacía





13 / según la vecina de adelante


antes de que nosotros llegáramos
un hombre obeso ocupaba la casa
ahora podemos entender tantas marcas en las paredes
agujeros de tornillos y clavos, los desniveles
del suelo el sentido exacto donde cae
la luz en mediodías de lluvia
antes que nosotros un pobre tipo inmenso
que necesitaba de estructuras para estar de pie
fue sacado muerto por la ventana del cuarto
la puerta cerrada, como después de una cesárea
la casa podría ser una madre que todavía cree
tiene su bebé adentro





17 / vivo enfrente de una plaza


igual que en todos los barrios donde anduve
los perros bailan con la murga, se buscan
la cola como trompos
y mientras algunos toman mate o se besan, me siento
con la guitarra y mis papeles en el pasto
como si tocara en vivo doy
lo mejor que tengo
mi indiferencia
a ese caos que nunca rebota en las paredes de adentro

pero unos nenes
o adolescentes fantasmas hermosos
florecen de la nada, me rodean perplejos soy el nuevo
amigo un extraterrestre, toco para ellos
mis notas son simples, dicen lo que puedo
la mayor, re mayor, la mayor
pasaron muchos años desde las primeras
y es una de las cosas que no
hago bien pero me esfuerzo y a mi público
no le importa, escucha
escucha
aplaude

y aunque ya es otra época, estos pibes crecen
en un universo imaginario
donde la murga sobrevive y los vecinos ahí andan
cuerpeando bolsas rayadas alrededor de las hamacas
una fiesta
donde cada tanto nos cruzamos y me saludan
existimos
cuando estamos juntos

será por eso
que quiero parecer erguido y fuerte
cuando ando cerca y ellos me nombran
“ese era damián” dicen y el rumor corre
como un mito
pronto llegará el día
me voy a ir con la guitarra colgada al horizonte

yo también quiero ser un héroe para alguien




25 / el árbol que plantó mi padre empuja la noche


es un tótem desnudo frente a la ventana
y yo, que abandoné la casa hace tiempo
apenas puedo aferrarme a su corteza
con el pensamiento
dejo que su cuerpo frío
encalle sobre el corazón sin mover las aguas
la oscuridad se despliega
como un fruto
cae en la anarquía de las estaciones

el tilo que una vez plantó mi padre ahora
hace palanca en los cimientos de la casa
igual a la uña sobre una herida ya ha comenzado
por las baldosas negras junto a la puerta, un abismo
de raíces y cemento para que las rodillas se partan
no recuerdo
cómo fue el comienzo para él
que alguna vez levantó edificios y dirigió un ejército
de tubérculos invisibles. habrá clavado sus manos
bien hondo en la tierra, un útero
del tamaño de su cuerpo fuerte envejecido
cuál es el precio de abrir el suelo, grabar una vida
que no nos pertenece o simplemente
¿la subida continúa tranquila como un viento de diciembre?

mi padre plantó un árbol flaco, quinto hijo
para los pájaros y la música que petrifica la mañana
por eso escucho su mensaje a la distancia
un cuerpo dócil
hace de la casa un barco a la espera del viento
el deseo que me llevó a vivir cerca del bosque
como un hombre silencioso
que planta un tilo en la puerta de su vida
antes de despedirse



en Propiedad Horizontal (añosluz editora, 2016)






ni siquiera

la soledad invencible que cuelga de las cabezas
ni la lentitud de estas manos en su pelea por soltarse

ni siquiera la ternura de un animal
infinito envuelto en brazos
cruzando la muchedumbre
o el canto ancestral que regresa
como tierra incendiada

me hará olvidar de esos dos chicos bajo la lluvia
la simetría de los movimientos
sus caras pintadas, sus narices
redondas girando para los autos de plata
el cuerpo transparente
agua que arrastra hojas y basura
demasiado rauda para ser blanca
demasiado blanca para ser sangre




***




igual a una panza sin remera
el cielo tirado en el baldío
también hay vidrios sueltos, latitas
apoyadas contra un rectángulo
de tiza en la pared, un arco de fútbol
brillante como ese puro perro a rayas
que ahora hierve en lo oscuro
sus ojos de fruta dulce
haciendo burbujas
junto al brote de la niebla. lo suficiente
mente cerca de la avenida
donde
el carro del botellero recolecta
lo que te hicieron creer
que ya no sirve
y por debajo de la lengua
se amontona




***




ahora que una tropa de hormigas sube por nuestras barbas
rebeldes para devorarnos / su venganza por incinerarlas con el sol
ahora que la distancia entre esta casa y la ciudad hambrienta
depende del miedo a quedarnos solos
por las noches / cuando el silencio deja de ser un concepto,
el viento más negro infla las cortinas
y la heladera imita una tierra
arrasada en un futuro que no alcanza
a llenarse con el agujero triste de nuestra voz

ahora que ya no tenemos que invocar la represión
en el pasado porque / nuestras manos ayudaron a edificarla
alta, densa como un monumento
a la soledad original / necesitamos volver a dios
a un concepto de poder cercano / a lo intangible
de la luz, a una frontera frente al terror que se reagrupa
sobre la torre, los arqueros apuntan al rincón más oscuro
un dios que ya no tenga que ver con la muerte / su reino
una llanura tersa repleta de piedras
porque donde hay piedras hay agua
un terreno infinito donde pensar / nuevas palabras que nos dejen
escapar de la niebla que se estira
como un cuerpo tendido en la imaginación
como un telón abierto
como un callejón en llamas




inéditos





Damián Lamanna Guiñazú (1985) se crió en Ramos Mejía y vive en Caseros (provincia de Buenos Aires). Publicó Propiedad Horizontal (añosluz editora, 2016), Después de la superficie (Editorial Simulcoop, 2013) y Dormir en la espalda de la lengua (Edición muy artesanal, 2011). Le gusta trabajar lejos de casa. Por el momento lo hace en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (ex ESMA). 



lunes, 19 de diciembre de 2016

Juan José Relmucao





Lautaro acelera
"llegamos en una hora 36"
la ruta abierta la gente a la costa
Romi pregunta: ¿por qué es el feriado?
Nadie contesta
y el silencio
la autopista
hace todo más triste
como si no bastara
con la salida de parejas
la sobremesa inerte
los tickets para jubilados del Imax
y la luna amarilla
pegándole de lleno al cartel de De Narváez
a los techos con cascotes
al Camino Negro.



*


El motor del remis
tiene ese ruido 
bien motor de remis
Eso, la reja
las gotas 
el diminutivo de mi nombre:
lo último que me llevo de tu casa.
Yo quería escuchar
“quedate 
llueve
mi novio es un forro
me rescaté
ya no lo soporto
ni yo ni nadie
llueve
quedate.


El diminutivo de mi nombre, 
boludo.
Horrible.


*




La vez que llorabas
de espaldas a la casa
porque grité algo
que nunca iba a hacer
Guardabas tus cosas en la mochila rota
que nunca cambiabas porque nunca podías
Guardabas y llorabas y subía
por mi cuerpo una marea
de dulzura ajena y repentina.
Como encontrar
el violín
que guardaba tu abuela
para ensayar a escondidas
cuando volvía de la escuela
y tenía que trabajar.
Un brote de amor y de tiempo
que de golpe nacía de mis manos
y no sabía cómo
entregarte.




*


Nos pusimos de rodillas y rezamos entre los árboles
en silencio con las manos enredadas
en cintas rojas de nylon
Recordé un pueblo, te dije,
que ataba las cintas a las ramas
como una forma ritual de la esperanza


Anudamos nuestras plegarias y salimos
pensando si el viento
cada tanto
las vendría a escuchar.


*


No me persigno ante ninguna
virgen que no sea la de Lourdes
en la plaza lindera al hospital
psiquiátrico donde vive mi vieja



Fueron demasiadas tardes
sentados ante la imagen
Yo la miraba en silencio
y ella rezaba bajito
con los ojos cerrados pidiendo

libertad



*


De tanto
a veces elijo
esa forma

de tomarme la mano con las dos manos

una, parecía, 
no era suficiente
para que creyeras que sí
que no había
espacio para el miedo
entre mis dedos 
y los tuyos







Juan José Relmucao (Luis Guillón, 1992) trabaja como periodista para Vice News México y Vice News España y como docente para la cátedra de Taller de Redacción Periodística de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. También ha sido docente secundario, tallerista y redactor/colaborador de distintos medios argentinos.








martes, 13 de diciembre de 2016

Ernesto González Barnert






Entramos en sus casas para hojear
el álbum fotográfico, ver los cuadros
que tienen, juzgar sus libros
contra los nuestros.
Sin duda para comprobar
que la televisión no está encendida. Y que la música
importa menos que antes
mientras suene de fondo poco invasiva
y notable. Entramos a sus casas
como si fueran nuestras. Nuestra vida,
simplemente mejor. Y contra eso
nada pueden hacer.




No puedo escribir sin cariño de ustedes,
sin cerrar sus llaves que quedan goteando
o sus ventanas iluminadas hasta el amanecer.
No puedo escribir sin ser parte de todo eso
mientras prenden y apagan el televisor, dejan en la mesa
con displicencia una revista
o ejercen esa sostenida y suave presión
al dar vuelta la perilla de gas
para calentarse un plato de tallarines
que no importa tragar frío o caliente.
O cuando ejercen esa sostenida y arrítmica presión
sobre el teclado
como si trataran de sujetar una pistola
y dudaran ponérsela en la sien o darle a todos.
Sí, no puedo escribir sin cariño
mientras da lo mismo la música, siempre y cuando
suene mejor que lo que hemos sido capaces de decir hoy.

Adelantamos este tema ¿cierto?
No puedo escribir sin amor.

No puedo escribir sin correr sus cortinas
para que entre la  luz.



de Trabajos de luz de sobre el agua (2015)




Si algún error cometimos
fue enamorarnos de los días grises,
de perros abandonados
que no podíamos adoptar
y gatos que no sé si nos cuidan
o vigilan.
Por supuesto comernos toda la comida
aunque no tengamos hambre,
apartar las aceitunas
o quedarnos varios días en casa
sin extrañar a nadie en lo más mínimo.
Y creer toda una semana
que Hiding Tonight de Alex Turner
es la mejor canción del mundo.


de Playlist (2015)




Vi a nuestra vieja, Claudio
cayendo como un saco de papas
en el baño.
Después de ayudarla a ponerse de pie
sin dejar de sostenerla
la llevé apenas a su pieza, la acosté con torpeza
en su cama.
Así no puedo vivir, hijito
dijo escueta, débil.
Y no pude responder hermano
que estaba equivocada.
No pude decirle a nuestra hermosa madre
que solo era una caída más
en este día despiadadamente azul
de octubre
en el que había estado leyendo no sé qué
desde el amanecer, veía a un mocoso
en su traje de neopreno
intentarlo una y otra vez con el esquí acuático
en el lago.



de Cul de Sac (2016)



Ernesto Gonzalez Barnert (Temuco, 1978). Es autor de Cul de sac (2016), Playlist (2015/2017), Trabajos de luz sobre el agua (2015/2016), Coto de caza (2013), Arte Tábano (2010) e Higiene (2007). Obtuvo el Premio Nacional del Consejo del Libro a la Mejor Obra Inédita Poesía (2014), el Premio Nacional Eduardo Anguita (2009) y el Premio de Honor Pablo Neruda de la U. de Valparaíso (2007).

martes, 6 de diciembre de 2016

Valeria Cervero





una parte de este mundo protege su pausa
una pausa indefinida, sin brillo
sin grandes promesas de amansadores

¿querés partir?
¿querés quitar los anzuelos?
¿querés devolver el golpe?

cada espera es la nota de muchos
en el silencio
la casa de años, su seña
tardes de tilos en otra infancia

una parte de este mundo protege su pausa
mientras la sombra miente
márgenes sin viento

¿querés llegar?
¿querés retornar descalza?
¿querés más acá nombrarlo?

sin repetirnos volvemos a sernos
tal vez abajo

los restos de un cuerpo, la nada de un cuerpo
en la marea

que despedaza y contiene a la vez


***


la ventana crea la pausa
en el tiempo sin permiso,
la cárcel casi inadvertida,
la lluvia infinita sobre la llama

la pequeña joroba en la mente pregunta
quién más, quién más
se atreve a amenazarla,
a desbordar el principio
de realidad

una luz repentina despliega el juego
mientras no escapa

permanece
la que espera sin hilos
cuando es otra


 ***


¿Dónde queda la intensidad
del color que reinventa el ojo
cuando la escasa luz o la distancia no dejan
imagen o trama de lo que era claro?
¿Qué define la insistencia de esa voz,
su reparo, su rabia de días opacos?

¿Cuál es la luz entre nosotros, ahora,
cuando tantas luces revelan el mundo?


***


Hoy no es posible escribir
un poema sobre el amor, su sentido,
su duda, su causa. Sabemos que
no son benditas las palabras que dicen
sobre lo íntimo, o más bien lo ajeno
a cualquier excusa que las vuelva
legibles. Como si el estar aún
en la línea del rayo fuera razón
para dejar de callar contra el muro,
compartir las vibraciones que nos seducen o contar
cada recuerdo que todavía inventamos.
Toda la risa del mundo podría venir
a resonar esta noche, pero sabemos
que su sonido tampoco suele dejarnos
una promesa, una cura,
el estallido.





Valeria Cervero nació en Buenos Aires en 1972. Publicó cadencias (edición de autor, 2011); el libro-álbum escondidas (Ediciones del Eclipse, 2013), en coautoría con la ilustradora Vivi Chaves; equilibristas (Colectivo Semilla, 2014) y Sin órbitas (El Ojo del Mármol, 2016).
Desde 2013 lleva adelante la antología de poesía publicada recientemente en la Argentina en el blog De lo que no aparece en las encuestas.
Integró diversos proyectos dedicados a la difusión de poesía y crítica. Actualmente es parte del staff de la revista-blog Op. cit.