miércoles, 17 de enero de 2018

Gonzalo Vega




Dichosos


Nos detenemos. Aún así
la tierra se traslada y gira sobre su mismo eje.
Nunca para, ni siquiera a respirar.
Es tarde. La ciudad está desvelada,
parpadea y a veces amaga
con algún que otro bostezo.
Autos polarizados juegan a meteoro
por nuestra avenida secundaria.
El tiempo no es amigo de nadie,
continúa y nunca nos mira.
Todo se contrae y se expande,
movimientos que dan forma a nuestro espacio
como un cubo mágico en busca de un mismo color.
Estamos a un costado, pero a la vez,
en el centro de todo el paisaje nocturno.
Nos tenemos uno al otro,
sin palabras, sin miradas, sin risas.
No hay motivo para distraernos
y más allá del soplo de la noche
ninguno se anima a decidir su jugada.
Estamos donde otros han estado,
como otros estarán después de nosotros.
Esperando el momento





Vacaciones


El silencio es augurio
del éxodo que no dejará
nada atrás. Casas vacías
semáforos intermitentes
y la naturaleza retomará
el poder. Las raíces extenderán
sus dominios, los gatos recorrerán
nuevos terrenos y los pájaros
tímidos bajarán para cumplir
sus obligaciones. Las cicatrices
se revestirán de verde que modulará
el tono de los días. Una cadencia
que solo se podrá corromper
por partículas que se depositen
en los sensores de alguna alarma.
A diferencias de los lugareños
contribuyo con agua
las revoluciones
comienzan en soledad.



  
A cada casa cada cual


La temperatura y la humedad
descomponen la armonía.
Los mosquitos asedian tras el vidrio
algunos esperan, otros usan su trompa
como arietes.
El vicio del pucho nos obliga a ceder
y abrimos la ventana en este departamento chico.
La primera avanzada no tiene piedad
sobre nuestros brazos y piernas.
Respondemos con espiral y manotazos.
Después de la batalla
celebramos
preparamos fernet y ponemos
temas de los 90s.
Sin darnos cuenta es hora de tomar distancia
descansar el uno del otro.
Bajo la escalera tarareando
Déjame ser parte de esta locura.


  

Tratando de ver por el pico de la botella
(ars poética)


El gringo destripó un caballo
y se escondió dentro de él.
Por aquellos días los alemanes
no eran piadosos
me decía mi abuela.
Todo en el mundo se compone de moléculas
que vibran en un determinado tono.
Los más atrevidos dicen que en Mi,
otros en Do. Desde lo individual
a lo general, por ende, todo se mueve.
Existen distintas convenciones
para plasmar el movimiento.
Más allá de todas,
muchos se desvelan
entre el ruido de serruchos,
martillazos y un grabador al mango.
En este otoño caluroso,
destripo y me escondo dentro de las palabras.
La poesía por estos días no es piadosa.








Gonzalo R. Vega. Licenciado en Diseño de la Comunicación Visual y estudiante de la tecnicatura en Bibliotecología. Jardinero, poeta y librero. Fundador y co editor de Yerba Fanzine, Corteza ediciones y Cooperativa Río Picado. Ganó el premio otorgado por el público en la disciplina Letras de la 10ma Bienal de arte Joven de la Universidad Nacional del Litoral en 2012 y mención en la 11ra del 2014. Junto amigos lleva adelante el clan poético La Chochan. Guitarrista ocasional.

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