viernes, 17 de noviembre de 2017

Leandro Llull





Números

Con la luz apagada y una pata menos en los lentes
mi vieja saca cuentas para ganarle a la inflación.
Tengo cinco años, el mundo
es una cocina oscura y una mujer
tentando que las cosas entren en sus números.
Las cifras se ocupan de la impotencia y de la falta
y ella pega tickets, hace sumas
en los márgenes, glosa y adjunta las notas
garabateadas en retazos.
Siendo una de esas bocas destinadas
a salvarse por la maravilla del guarismo,
empiezo a entender que las verdades
son un pequeño tajo de sol
en la habitación ensombrecida
donde una mujer se desvive
para que la matemática sea,
como Descartes quiso,
un arma que descompone,
y al final, nos une.



En el camping del Sindicato de Camioneros

A veces se me da por pensar que esos jilgueros,
esas calandrias que escuchaba de pibe
cuando íbamos al camping del Sindicato de Camioneros
se parecen mucho a mis maestros.
Altos, perdidos entre la luz y la sombra,
ubicuos en cada rama,
soltaban su melodía como un hilo inasible,
y yo desde abajo, sin ver, apenas oyendo
esa aguda minucia mezcla de sol y de música,
trataba de imitarlos y silbaba como un ciego,
como un sordo que no entiende el aire entre los labios.
Esos benteveos, esas tacuaras
que cintilaban igual que estrellas, inalcanzables,
perdidos en el tiempo de una tarde de domingo,
dejaban el recuerdo de sus plumas
y saltaban desde lo oscuro hacia un claro celeste
lavando mis silbidos como si fueran
el negro murmullo de las cotorras
cuando la mañana tibiamente asciende.



Mapaches y elefantes


Hablamos con un amigo acerca de qué cosa sea la belleza
y le cuento que una tarde, acompañado de una tía,
en la trastienda de un circo viejo,
tomé un puñado de yuyos del baldío
y lo acerqué temblando a la boca de un elefante.
Le juro que en ese fondo abierto entre la trompa y los colmillos
sentí el resplandor negro de todo lo perfecto.
Él me responde: "Eso es lo sublime, hermano",
y en sus ojos oscuros y ojerosos como los de un mapache
yo veo un abismo brillante y sincero
al que mi corazón se arroja,
y pruebo de nuevo aquel bocado que mi mano obtuvo
en un viaje lento, humedecido
por el aliento de lo bello.


Perros

Andan entre los chicos,
dialogando con lo que no vemos.
En las noches, ladran a lo tan temido
y viajan inocentes
al costado de los carros,
violentos como el viento.
Tras el eco del ladrido,
en el paredón de la cortada,
uno siempre los ve corriendo,
los hocicos duros
de barro y las patas
que no esquivan jamás
ningún charco.



Ninjas

En la Biblioteca Popular
para el Desarrollo Social
jugamos con Maxi a los ninjas y él
es el negro, porque el negro
es el bueno, y yo
soy el blanco, el color del malo.
En la mañana de invierno
el sol es un témpano
radiante y tibio que entra
por la puerta vidriada,
y tomamos de la luz la alegría,
la respiramos entre el rechinar
del mosaico y el pasar del colectivo,
hasta que vemos a una mujer
pedaleando una bici que lleva
un carrito enganchado
donde entre cartones juntadas para la venta
viajan dos nenas – sus manitos asuman
a través del tejido–,
y avanzando se van por Marco Polo
desde el lado del río,
bajo el día espléndido.



Una liebre

Es una masa trepidante,
un radar de bigotes blandos.
El punto que concentra los saberes de lo vivo,
los movimientos, ese
ir y venir en la materia,
delgada y plana, de la oreja como un parche.
Toda la existencia sobre un cuerpo:
inminencias, distancias, intuiciones,
punzan en el pelaje que recibe
entre sus aspas crudas flechas de aire
amarillo y eriza el tiempo.






Leandro Llull (Rosario, 1983) publicó los libros Disonancia del jardín (EMR, 2009), Horas menores (Huesos de jibia, 2013), A los pibes crudos (VOX, 2015) y Maratón (Ediciones 27 Pulqui, 2016), y el trabajo La lengua en soledad dentro de la obra colectiva Prueba de soledad en el paisaje (Mansalva 2011). Recibió menciones del Fondo Nacional de las Artes en el año 2008 y 2012, el premio municipal Felipe Aldana 2009 y el premio del Fondo Nacional de las Artes 2013, y las becas de poesía de Estación Pringles (2010) y del Fondo Nacional de las Artes (2011)



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