martes, 11 de octubre de 2016

Natalia Leiderman






a mi abuela



cuando la vi con la cara hinchada 
y la mitad del labio torcido
hacia abajo
no se me ocurrió nada para decirle
solamente sentí el ruido difuso
de un poema
como un gato arañando la puerta del fondo. 




pienso en ella
en su olor a perra húmeda
a fruta aplastada contra el piso
agua de florero, sin recambio
pasan días
días, pienso
en los acuarios antiguos
en el polvo que queda 
después de que liman los dientes
o los huesos, pienso

si es posible que la vejez la acostumbre
también a esto.



sé cuándo se acerca
sus pasos son como una escoba
barriendo arena y tienen
la intimidad de una niña
cubriéndose el sexo 

cuando se acerca
me duele un órgano que desconozco 

entre los ojos y la lengua
el corazón y el cerebro
algo rechina.



la plata que me dio
no la gasté como ella quería

no me compré un cinturón
no compré pilas
ni lana
ni revistas

la gasté en chocolate
la gasté en hoteles
invertí en el amor. 



es febrero
y ya han iniciado el operativo 
para que vuelva a su casa
entonces empiezo a pensar
qué hará ese primer momento
cuando  por fin esté sola
vuelta a la pura agua de pozo
a la pura madriguera, a los techos altos
y humedecidos,  a la cama doble 
que la repite, dos veces

me acuerdo de una sola noche
que dormí en su casa
aferrada a un muñeco extraño
duro, de colores opacos
no me acuerdo por qué
nunca más volví a quedarme

los sillones verde pantano
el jardín atrás y adelante
los enormes placares de madera
la enredadera que asciende 
por la ventana e inmoviliza
las persianas bajas de su cuarto

cuándo resignaste la luz, pregunto, y el aire
y te entregaste
al avance desvelado de la naturaleza. 



Natalia Leiderman nació el 31 de octubre de 1990 en Buenos Aires. Es fotógrafa y estudia Letras en la UBA.  Participó en las Antologías de “El  Rayo Verde” 2014 y 2015. Asiste a talleres de poesía de Osvaldo Bossi. Animales dorándose al sol (Editorial El ojo del mármol, 2016)  es su primer libro publicado. 

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